Existe un ave que me persigue con su vista aguda. Allá donde voy me la encuentro observándome fijamente desde el otro lado de la pantalla de mi ordenador. Vaya a donde vaya me encuentro unos ojos ambarinos de mirada penetrante.
De hasta 1.3 m de altura, con patas largas y robustas y un discreto plumaje azulado, se pasea por los pantanos de África central vigilando el agua y preparado para abalanzarse sobre todo aquello que tenga sangre. El característico pico del picozapato ha sido adaptado para cazar por sorpresa en aguas poco profundas y cubiertas de vegetación flotante, como las de su hábitat natural. No necesita localizar claramente a su presa; le basta con un ligero movimiento en la superficie para probar suerte lanzándose de cabeza con su ancho pico abierto.
En cuanto a sus presas, está especializado en cazar peces, ranas y otros pequeños animales acuáticos, sin embargo si encuentra una buena oportunidad no la desperdicia. Se le ha visto atacar a jóvenes cocodrilos, aves, lagartos, micromamíferos y tampoco le hace ascos a la carroña.
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